No hablaré. Mi mente estará vacía. Una densa niebla se extenderá ante mis ojos.
Has estado siempre a mi lado. Te conozco desde que nací, pequeño pájaro de la muerte.
Has vivido en mis sueños como un hada misteriosa, como un animal acobardado cuyas huellas llegan más allá de donde alcanza la vista.
Me ofreces un cuenco de miel. Humedezco en él mis labios y lo vuelvo a dejar a un lado, sin probarlo.
Mi cuerpo guarda hombres y mujeres de todas las razas insectos, lagartos, peces y luciérnagas, galaxias, meteoritos y estrellas. Ya no hablaré. En mi mente solo permanecerá una fría niebla azul donde se perderán los recuerdos.
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