Se dispersan los cuerpos desnudos
cuando estalla la tormenta.
Vuelan periódicos, pañuelos y gatos.
Ocho canoas navegan por el surco de mis brazos, remontando hacia el flujo oscuro del corazón.
Mi interior es un caos, mi futuro pende de un hilo.
Me levanto temblando y miro tu cuerpo que yace de costado.
Me rindo sin palabras, a ti, a tu destino hermoso.